Probablemente si hace tres años alguien deslizaba la idea de que Temperley llegue a Primera, más de uno le hubiera bajado el pulgar y al instante hubiera seguido su rutina de sumar, restar y volver a sumar porque el Promedio del Gasolero decía que estaba muy cerca de caer a la Primera C. El tiempo pasó y los sueños se fueron sumando. Primero desapareció la palabra descenso y apareció una expresión que hacía años no se escuchaba en el Alfredo Beranger: ascender. Eso de “vamos a ascender” era algo extraño aunque la ilusión es lo último que se pierde, pero pasó mucho tiempo desde la última vez que se habló del tema y en el medio sucedieron infinidad de situaciones. A varios les costó creer sin embargo la realidad los superó. Después de salir de la zona roja, el tema se centró en volver a la B Nacional. Se volvió a sufrir, algo familiar y lindo a la vez, y cuando parecía que los sueños se apagaban surgió de la nada Ariel Rojas. Un pibe nacido en el club y que con un pequeño toque desató la locura de todo un pueblo. Rojitas marcó el gol vital para poner tablas contra Platense e ir a muerte súbita, perdón a penales. Con la pelota en el punto de penal muchos miraron hacía las vías, hacía el colegio Belgrano, hacía la 9 de Julio o hacía las parrillas. El miedo podía más, aunque algunos valientes siguieron de cerca cada disparo. Federico Crivelli se vistió de héroe y Temperley regresó a la B Nacional. Eso de vestirse de héroe ya es un marca registrada y por esto se convirtió en ídolo. Había que disfrutar, la B Nacional era algo no se pisaba hace muchos años y solo importaba divertirse. La primera fecha Huracán nos asesinó, pero no importó levantamos la cabeza y cuando volvimos a mirar estábamos a un paso de regresar a la Primera. Eso no sucedió por azar, nació por un gran nivel de un plantel humilde que se brindó y se esforzó al máximo. All Boys se presentó como el rival que a vencer, aunque con empatar alcanzaba, para poner a Temperley en la máxima categoría del fútbol argentino. Dos goles de Juan Dinenno y uno de Javier Grbec pusieron al sueño en su lugar y ya nada fue igual. Nada será igual porque esas lágrimas que se vieron y se ven son el desenlace un cuento que culminó con el mejor final. Un día antes no fueron pocos los que lloraron viendo un video motivacional o simplemente recordando a esa persona que los hizo hinchas del Gasolero. En el campo las historias surgieron y los recuerdos volaron. Ojalá la ilusión sea cada día más grande. Podemos hablar de Gastón Aguirre, ese batallador del fondo, también podemos hablar de Fernando Brandán o de Fabián Sambueza, dos que le ponen gambeta al medio, o de Cristian Quiñonez, un luchador de la mitad de la cancha y que se lleva los aplausos del planeta celeste por su amor a la camiseta. Podemos hablar de muchos y seguro las palabras queden cortas, sin embargo es imposible no hablar de Ricardo Rezza. El Facha, quien tiró que se acerca su retiro, quedará como el cerebro de un equipo que pasó de la B Metropolina a Primera en seis meses. Algo que decididamente no es normal pero poco importa la modalidad de torneo ya que el Cele se posicionó matemática y futbolísticamente como uno de los mejores conjuntos de la segunda categoría del fútbol de nuestros pagos. Los más viejos se van a acordar de ese día, allá por inicios de la década del 90, cuando nos metieron un balazo en la nuca, nos dejaron en coma y después nos dieron por muertos. Nos mandaron a la quiebra y estábamos a pasitos de desaparecer. No teníamos un mango pero la rehabilitación la pagamos nosotros mismos, volvimos a caminar por nuestros propios medios, pateamos una pelota otra vez y revivimos. El alma nos regresó al cuerpo y a pesar de que mucha gente no vivió ese momento, casi todo los gasoleros toman como muy propio ese período. Se les agranda el corazón y se les llena de orgullo cada vez que algún conocido les resalta que retornamos por nuestros propios medios. La injusticia quedó en la historia. No hay que olvidar para disfrutar. La memoria debe ser amplia y abundante. Nunca olvidemos que nos enterraron vivos y que salimos solitos desde la tumba. No olvidemos porque si olvidamos este presente parece algo casual. El fútbol tiene una cuota de suerte, eso es una realidad pero todo este gran presente es gracias a todos los que dejan un pedazo de sus vidas por estos colores. Estar en Primera tiene que ser una fiesta y una fiesta que se disfrute en todo momento porque estuvimos ya estuvimos dos veces y en esos días a varios les costó creer sin embargo la realidad los superó.. INFORME: Facundo Mirata FOTO: Guillermina Payero PRENSA C.A.TEMPERLEY